Julio Cortázar: Manuscrito hallado en un bolsillo

   


   Este es el Julio Cortázar del juego, el que tanto se deja ver en Rayuela, el que no se conforma y busca nuevos senderos misteriosos en la vida cotidiana que limpien los ojos de la tierra conocida. Es el Cortázar lúdico y no por eso menos auténtico, aunque nos guste menos en la historia y siga fascinándonos en la manera de contar, de dejar en suspenso una frase, de sugerir hurtando verbos y acciones. 
   Seguir el juego cortazariano quizá cueste cuando ya no se tienen veinte años, cuando tanta miseria nos ha llenado de gris la mirada, cuando el paisaje de afuera se presta tan poco al juego y a lo inocente y a unas reglas inventadas solo por uno mismo, pero todo eso también es un síntoma, debe servir para provocarnos y desear modificar algo, por pequeño y fácilmente juguetón que pueda parecernos. Como en todos sus relatos, Cortázar nunca cesó de servirnos pistas para ser más libres y más alegres. 

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