George R. R. Martin: Juego de tronos: Arya y su padre

   


   La perspectiva cambiante de la novela y el acertadísimo punto de vista limitado de la narración permiten que haya capítulos excelentes en la novela, como aquel en que se juzga a un Eddard derrotado que pide perdón para no ser ejecutado. Vemos lo que ve su hija, Arya, y para llegar al punto culminante antes tenemos que haber pasado hambre con ella, haber vagado por las calles, haber tenido miedo ante todo lo que de peligroso y malvado puede acechar a una criatura que vaga sola por una ciudad inmisericorde. Cuando todo se rompe, ella está allí, en el centro del tumulto, y el dolor que siente llega de manera indirecta, obviando la descripción cruel, apartando la imagen decisiva, con lo que Martin da una lección de sabiduría narrativa y contención de verdadero maestro de la novela. 

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