Ildefonso Falcones: La mano de Fátima: Ugíjar

   


   Emociona encontrar en un libro, más en una novela, el pueblo de uno, aquel en el que estuvo viviendo hasta los 15 años y del que, de alguna manera, no ha salido nunca. Es la patria chica, que decían antes, o sin más la verdadera patria del que suscribe, que se siente alpujarreño por los cuatro costados. Los primeros recuerdos, cuando la infancia ha sido buena, son los más importantes y decisivos de la vida, siempre y cuando no haya habido lamentables tragedias en ella. En mis sueños aún es aquel pueblo el escenario predilecto, se juntan pasado y presente sin extrañeza, caras que son remembranzas y caras que son espejo directo. Agradezco ser lector de novelas y haber empezado leyendo relatos de capa y espada, de aventuras, pues con este libro en las manos vuelvo a Ugíjar y me mezclo con los moriscos y los cristianos de la novela con facilidad, me confundo con ellos, soy uno más de los que luchan y escapan y sufren y ríen cuando amanece y, como narra Falcones, los hechos fragorosos parecen sólo fruto de sueños agitados. 

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